Las facciones del peronismo coinciden en que el gobierno de Javier Milei atraviesa su momento más débil, pero no logran capitalizar esta crisis. A pesar de la represión a las protestas y el escándalo cripto, la falta de liderazgo y la fragmentación del partido dificultan la coordinación de acciones. La CGT ha convocado a un paro general, pero el peronismo sigue dividido y sin una estrategia común. Los intendentes responden por separado a las acusaciones del Gobierno, reflejando la desarticulación interna del partido.
El peronismo reconoce la debilidad del Gobierno, pero su fragmentación impide coordinar acciones efectivas.
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