La crisis de combustible en Bolivia se ha intensificado, con el gobierno admitiendo que la escasez se debe a la falta de dólares para importar. Desde 2014, la producción de hidrocarburos ha disminuido, y en 2023, las restricciones en transacciones en dólares han complicado aún más la situación. Bolivia depende en gran medida de las importaciones, con el Estado comprando el 86% del diésel y el 56% de la gasolina. La política de subsidios ha llevado a un mercado negro y a pérdidas significativas por contrabando. Las autoridades han propuesto medidas, pero la solución a largo plazo sigue siendo incierta.
La crisis de combustible en Bolivia se agrava por la falta de dólares y la dependencia de importaciones.
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