Un estudio reciente de la Universidad de Tsukuba revela que la actividad solar, en particular las manchas solares, puede afectar la temperatura de la Tierra, lo que incide en la actividad sísmica. Durante los picos de irradiación solar, la temperatura terrestre puede elevarse levemente, lo que hace que las rocas sean más frágiles y puedan fracturarse más fácilmente. Esto, a su vez, puede alterar la presión en las fallas tectónicas, aumentando la probabilidad de sismos. Aunque el impacto del Sol no es el único factor en la sismología, su inclusión en modelos predictivos puede mejorar las estelaciones de riesgo sísmico.
Investigaciones recientes sugieren que la actividad solar puede influir en los terremotos, mejorando la predicción sísmica.
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