En Bogotá, un fenómeno preocupante ha surgido: perros utilizados por organizaciones criminales enfrentan procesos judiciales que determinan su destino. Capturados en operativos policiales, estos animales, en su mayoría de razas potencialmente peligrosas, son entrenados para roles específicos en actividades ilícitas. Su futuro puede ser la adopción o, en el peor de los casos, el sacrificio. El sistema judicial para animales está colapsado, con un solo inspector encargado de más de 20 casos diarios, lo que agrava la situación.
En Bogotá, perros utilizados por bandas criminales son incautados y enfrentan un proceso judicial para definir su futuro.
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