El egocentrismo en adultos, a diferencia del infantil, implica dificultades para reconocer perspectivas ajenas y puede influir en las relaciones interpersonales. Este rasgo se origina por factores como la crianza y experiencias traumáticas. Los egocéntricos tienden a priorizar sus intereses, mostrando una distorsión de la autoimagen y dificultades para establecer relaciones saludables. A menudo, buscan atención y validación, y se comparan constantemente con otros. Aunque se asemejan, el egocentrismo y el narcisismo no son lo mismo; los egocéntricos pueden mostrar empatía en ciertas situaciones, mientras que los narcisistas no.
El egocentrismo en adultos puede afectar sus relaciones interpersonales y se manifiesta en diversas conductas.
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