Las personas que no asumen sus errores suelen culpar a otros, un comportamiento que puede proteger el ego, pero que genera conflictos y desconfianza. Este patrón a menudo se origina en la niñez y tiende a continuar en la adultez, limitando la autocrítica y el aprendizaje. Este mecanismo está vinculado al narcisismo y a profundas inseguridades, donde reconocer errores es visto como una amenaza. Para superar esto, es vital entender la diferencia entre culpa y responsabilidad, enfocándose en el presente y en posibles soluciones.
La psicología revela que culpar a otros puede esconder inseguridades y falta de autoconciencia.
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